martes, 29 de junio de 2021

Icaro el náufrago

Afiche de la obra para el Encuentro Nacional de Arte Queer

1. Fue la segunda obra presentada en el Encuentro Nacional de Arte Queer, organizado por el Teatro del Presagio. Me conecté con sus fragmentos, que el mismo artista explicó surgieron de haber soñado haciendo maromas en un circo y en otro en el que se encontró con Greta, que en la obra desentierra para que cobre vida en su cuerpo en una especie de posesión. Así, Icaro, muestra su proceso, su forma de vivirlo, de llevarlo, de encontrarse con su femenino. Lo que me lleva a pensar que cada cual se indaga también de formas diversas.

2. También, cada cual da nombre a sus monstruos. Quién lo hace claro está. Hay quién les teme y los evita. Aquí la resistencia cobra dos significados: uno que es el de soportar hasta entender, es decir resistir, soportar el dolor de aquello que nos desborda por incomprensible y que nos lleva a cruzar nuestros propios límites; otro, que está en la negación de ver, de escucharse, es el acto de resistirse a lanzarse al vacío, a oradar la herida, es decir: resistirse a resistir.

3. El arte entonces desde una perspectiva  autoficcional y compuesto en el performance -un acto presente-, dirige la conciencia hacia la sanación, disfruta el repetir la herida, labrar la cicatriz para abrirla y cerrarla, naufragar dentro de ella. La forma, el proceso, el acto de cada cual siempre cumplirá el objetivo de brindar una nueva visión del dolor, del sacrificio, del sufrimiento, de la negación.

4. Así en Icaro, todavía está la huella de Greta, aunque se despida de ella, de Greta, quién pareciera ser su monstruo, hacía el final de la obra. Pero, contradictorio, en el acto de repetir la despedida en cada función, disminuye la distancia y la acerca. Cada hombre en el mundo debería temerle cada vez menos a su Greta, a su femenino. Que es lo que debemos hacer todas las  personas, sobre todo hombres independientemente de nuestras identidades, pues nuestro femenino ha sido castrado por siglos, nacemos y ya está castrada nuestra feminidad. No hemos nacido y en el vientre ya están determinando cómo deberemos ser al nacer si es que nos identifican los genitales en la identidad.

5. Lo bello de Icaro el náufrago, es reconocer que podemos ser femeninos en esencia revestidos en un cuerpo viril o masculino. Y, en esa misma medida, también podemos ser masculinos revestidos en un cuerpo femenino. Habrán incluso muchas más características posibles, plausibles y tan certeras y claras como cualquier otra. El cuerpo entonces tiene la libertad de ser como quiera después de que el interior refleje sus verdaderos y sinceros deseos.

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