No puedo consentir el tener que
pagar por un privilegio al que tengo derecho por naturaleza. Por muy
escasos y limitados que sean mis talentos, yo existo, y no necesito el
testimonio secundario mío o de mis compañeros. Todo lo que debo hacer
es aquello que me concierne, no lo que los demás creen.
“La
Confianza en sí mismo” Ralph Waldo Emerson.
Que el cielo glorifique a quien un día
muertx de hambre preparó unas lentejas al carbón. Inlcuso, que el universo
honre a quien volvió a la batalla y se atrevió a invitar a otrxs a un almuerzo cocinado
por sus propias manos.
José
Vazul.
He encontrado que muchos autores son
profesionales de otras carreras o sin más se formaron en la universidad de la
vida. Algunos vienen del periodismo, que es cercano al mundo literario. Otros
llegan insaciables de escritura de profesiones como la medicina, las
ingenierías, las ciencias, la filosofía o la psicología. Ninguno tuvo que sacar
un cartón para ser bien recibido y convertirse en clásicos literarios o
betsellers. También, habrá otros que se especializan en el campo de las letras
u otras áreas; y se evidencia, no por regla general, la necesidad de encajar en
el sistema o de conseguir la aceptación de los virtuosos para demostrar lo que
se sabe ocultando que no se sabe.
Por lo tanto, comprendo que en el teatro sea difícil recibir a alguien que no se ha titulado de un estudio de mínimo 5 años. Incluso, detallo con tristeza que en el gremio mal se ve al que ha estudiado sólo 2 años para ser actor y ni qué decir de aquellos que sólo vemos uno que otro taller que se oferte por ahí. Lo comprendo sobre todo porque es difícil vivir de hacer teatro. Por eso, tengo claro que no será un cartón lo que me capacite para decidirme a experimentarlo.
Yo mismo me pondré de ejemplo, pues
haberme graduado de Literatura no es lo que me ha hecho un escritor. Y, a pesar
de que todos en el mundo del arte sepamos esto, vivimos de señalar el recorrido
de los otros. De ahí que, muchos estudien carreras a las que deciden no
dedicarse para labrar camino en otras rutas. Así veremos arquitectos dedicados
a la docencia, abogados presentando noticias, zootecnistas como reporteros, cantantes
de pop actuando. Por ahí sé de un escritor que vive de su miscelánea y de una
actriz que en buena hora es excelente pintora.
Está bien eso de que no todos gozamos
de la afortunada ventaja de ir directo por nuestros sueños. Por diferentes
argumentos –validos o inválidos- hay quienes divagan, huyen, retroceden y hasta
se retiran cualquier día para llevar una vida simple. Muchos tendrán algo que decirles,
sin embargo son a los que menos se deberá escuchar, sobre todo si lo dicen llenos
de verdad y bellas frases ajenas.
He aprendido que la aprobación sobra para cumplirse a sí mismo haciendo lo que se desea. Eso sí, con respeto de todos aquellos que son profesionales y llevan años entendiendo su voz y su cuerpo para construirse en la escena. Por eso agradezco aprender en el hacer, pues entiendo que no es lo mismo aprender para hacer y menos vivir de la aprobación de las calificaciones que te permiten acceder a un cartón; menos lo será vivir de las ovaciones y aplausos que sobrecargan a los que menos de vanidad. Es claro que todo aprendizaje requiere disciplina y responsabilidad. Además, corresponde por deber moral, que uno vaya más allá de lo pedido. Digamos que vine a explorar y la curiosidad es un factor indispensable para escribir, actuar o para sacar adelante todo lo que uno se proponga. Y, me honra, porque hay muchos artistas que poco hacen contradiciendo su propia sensibilidad.
Aprovecharé la oportunidad de que manos amigas cuenten conmigo para trabajar en las tablas. Sería un agravio rechazar el placer de hacer teatro, a sabiendas de que me ha enseñado a ser más consciente de lo escrito, de una forma diferente de cómo lo plantean las escuelas de letras. Que loco que la academia o los teóricos nieguen o desconozcan –no todos- la posibilidad de ser de otras formas ¿qué habrá en contra del cuerpo que se obvia tanto del aprender a escribir? Yo he sido incapaz de cerrarme a la banda para evitarle a mi espíritu la libertad de ser. Por eso, me esfuerzo para salir de forma arriesgada de la jaula. De ahí para allá, tendré cosmos, cielo, tierra, mar y otras profundidades que andar para rato.