La
primera vez que vi Plata Quemada me impresioné con la belleza de sus actores. La
interpretación de estos es tenaz, crean un mundo interior potentísimo en sus
personajes, trasmiten la decadencia del encierro obligado, de la represión, del
delirio y la ambición. La primera escena que se me viene a la cabeza es la de El
Cuervo follando con su novia y son vistos por El Nene en pleno acto. Este morbo
que nada tiene que ver con la historia principal me acelera, una película porno
es una guarrada al lado del erotismo que despiertan las cercanías entre El Nene
y Ángel, los personajes principales.
En
esta ocasión, como la quinta vez que la veo, recordé la segunda vez que volví a
ella. Al terminar cogí mi bicicleta rumbo a la Vía Panamericana. Eran más de
las diez de la noche. Debo decir que en la época de los veinte años viví una
depresión por algún rompimiento amoroso y encontrarme con una historia en la
que el amor gay no era fructífero, sobre todo por el contexto de los dos
protagonistas, me volcó toda la mierda a los ojos. Durante el pedaleo constante
y con furia no pude dejar de llorar de rabia por la dureza de nuestras
personalidades, de la sociedad en la que vivimos y crecimos. Lo bueno, es que esto
ya no es una carga, pues las luchas también tienen un principio y un final.
El
de ellos es un final de película, claro está, pero que sucedió en la vida real,
un robo histórico que deja su marca hasta en el cine. Todos mueren, hasta el
dinero, que si no es para Dios menos será del Diablo. Para Ángel mueren las
voces apocalípticas; para El Nene, el amor por Ángel; en Cuervo, la ambición; para
Giselle, la posibilidad de un amor. Fontana es el único que toma una decisión
sabia antes de la guerra, que los delincuentes vivirán con un juego de niños.
Plata
Quemada, siempre será un referente del cine gay al que volveré. En esta ocasión
debido a la mala señal del internet, hemos vuelto a películas viejas, al CD, al
DVD, a la TV análoga y caímos en ésta. En Relatos Salvajes, también y en otras
(geniales), que no es tan vieja, en la que aparece ya veterano Leonardo
Sbaraglia, que es toda una pinta de actor. A mí me queda de tarea ir a la novela. Si alguno
no la ha visto, se la recomiendo para que se escape un rato de Netflix y busque
este increíble filme.
Director: Marcelo Pyñeiro
Reparto: Eduardo Noriega, Leonardo Sbaraglia, Pablo Echarri, Leticia Brédice, Ricardo Bartis, Dolores Fonzi, Carlos Roffé, Luis Ziembrowski, Harry Havilio, Adriana Valera, Daniel Valenzuela, Héctor Alterio, Claudio Rissi.
Adaptación de la novela homónima de Ricardo Piglia.