Hola,
Sobre el teatro
pos-morten de Leo Cano
Por, José Rodrigo
Valencia Zuleta
Me
desperté pensando en la obra. Tuve una idea acerca de cómo es el proceso creativo
que está llevando a cabo Leonardo y me levanté como un caucho para escribir y
poder explicármelo. La vaina que me asaltó al principio fue en que iría a
escribirlo: ¿papel?, ¿PC?, ¿un e-mail?, ¿un estado del face? Primero hice otras
cosas antes de empezar a desarrollar la idea: responder el mensaje de una amiga
que vive en Bogotá con la que poco nos escribimos; y, luego, responder otro a
Barraca Teatro que estaba invitándome a enterarme del festival y de sus
actividades sin saber que yo estaré ahí junto a ti dentro del festival en la
obra de Leo Cano.
El
trabajo de Leo Cano nos pide más seguridad de la normal. Los románticos se destacaban
por su nerviosismo, una intrepidez contradictoria. Y, algo así, estamos viviendo
ahora. Ser actores para un montaje artístico y teatral que se encuentra en
proceso de parto no es nada fácil. Es
hacer parte del engranaje del proceso de creación del artista. Tal vez, en la
idea clásica del montaje los actores llegan cuando el director ya tiene todo
solucionado y empieza a ubicar uno por uno los andamiajes de la obra que ha
decidido montar. En cambio ser actores para L. Cano, en este momento, es ser
parte de la instalación que él va desarrollando de forma intuitiva. Es lo que
llamo proceso pos-morten para el montaje
de una obra pos-moderna, clásica en sí misma; y, sin embargo, moderna y
vanguardista en el uso de su propio andamiaje. En palabras del mismo Cano: una obra análoga pero digital como es mi teatro.
Nosotros
dos venimos a cuento como Alicia en la caída por el agujero. Infinidad de
objetos caen o se ven encarnados a las paredes del mismo agujero. Este, no es
otra cosa que las entrañas cerebrales de Lewis Carroll. Lo que para nuestra
experiencia resultamos siendo como Alicia pero en compañía y enamorados; más los
objetos que caen, al tiempo que nosotros en la convulsión; más los que están encarnados
a las paredes del mismo agujero, que son los otros elementos utilizados por L.
Cano en su proceso; y, las entrañas
cerebrales por las que estamos cayendo no son otras que las del
dramaturgo-director-actor que se encuentra en la mitad del rito de creación. Algo
así como el centro de la espiral: teniendo en cuenta que para la caída libre él
nos ha ido preparando pasándonos el paracaídas con el preaviso para el momento
del salto. Y, es claro que sentiremos el vértigo al momento de lanzarnos.
Cuando
veo desde mi extrañeza el proceso de Cano para parir la obra, tengo en cuenta:
primero, la edad de su obra Huir y Ricardo que data más o menos de unos tres
años atrás. Su escritura terminó hace dos años y concluye en un texto
fragmentario que es, en resumen, la
memoria de un instante. Y, aclaremos que para el caso, es la memoria de muchos
instantes concatenados junto a procesos históricos (políticos, sociales y
culturales) que deambulan alrededor de las crisis del artista y del país en el
que vive -Colombia. El resultado primero en estado dramatúrgico será el de una
obra de teatro documental ecobiográfica, que traduciéndote, es una obra con
hechos históricos tanto ficcionales como reales directamente relacionados con
el dramaturgo y la nación en la que vive.
Ese
es el primer momento de la muerte dentro del proceso de montaje de la obra. Desde
allí, ya aparecías de algún modo en la cabeza del artista, como intuyéndote: no
te conocía pero te veía para su montaje en flashes como de advertencia para
seguir la ruta del proceso creativo.
Los
otros dos momentos están asociados, 1. con el proceso de montaje y dirección: momento
convulsivo que vivimos ahora en caída libre; por eso la sensación de vacío
junto a la placebo, placentera pero tensionante, alucinante, vibrante; y, 2. La
tercera parte del proceso pos-morten: la primera función o estreno de la obra
artística, que será tanto de muerte como de iniciación. Ese día el trabajo de
parto de Cano estará en su clímax y vendremos al mundo en el escenario mismo,
paridos y cubiertos con la viscosidad de la placenta que nos ha protegido todo
este tiempo desde que Leo empezó a dirigirnos en las lecturas, trabajos de
mesa, memorización del texto, etc.
Yo
mismo me siento viscoso, la sensación en el pecho que me tiene ansioso y me ha
quitado el sueño por completo. El proceso pos-morten de una obra teatral
posmoderna tiene un carácter convulsivo e intuitivo y te vota al mundo en los
momentos menos esperados aun sabiendo que el momento de estreno se acerca. Esa
es la sensación de estos días. La de estar dentro de las cavidades del artista,
manifestarse desde adentro con ciertos movimientos, palmadas, puños, debido a
la estrechez del lugar y a que somos dos dentro suyo. Algo así, como venir a
nacer pasionales en el ejercicio mismo que nos pide Cano para la interpretación
que a su vez nace desde nuestras entrañas, porque es desde allí que él habla y
crea, y sólo desde allí puede enseñarnos a hablar y a recrear su propio
lenguaje.
Nos
unimos en este reto y escuchamos su llamado a la aventura, la estamos viviendo
juntos y llegaremos juntos a la meta. Él mismo lo sabe, por lo que sabe que
dentro de poco romperá fuente.
Pd.:
Cano, en algunos momentos del texto ha sido inevitable utilizar palabras que
están relacionadas con tú obra Huir y Ricardo. Se encuentran señaladas en
cursiva.
25 de junio de 2014