Por, Lucía Ventura Díaz
A estas alturas, no debería uno aterrarse de cómo
se vive en medio del ocio a puertas cerradas. Eso es mejor que cualquier
concepto de libertad que nos venden para pelear y salir a las calles a
rebotarnos. Normal, que apenas a uno le abran la jaula, así sin más y de un
momento a otro, resulte nocivo encontrarse con uno mismo. Aquí se aprueba el
matrimonio de la comunidad LGBTIQ, se aprueba el aborto, la eutanasia, el
consumo legal de marihuana, le dicen a la gente que haga lo que se le antoje y eso,
en nuestro país, nada más y nada menos que Colombia, donde todavía vivimos del
qué dirán y la gente se enferma buscando la aprobación de sus actos y
pensamientos, parecieran meras falacias, emocionantes y modernas decisiones con
muy malas instrucciones. Por eso, Colombia será, ES, la mejor educada del planeta.
Por eso es raro que a estas alturas, cuando ese
mismo día (08 de mayo-plantón Canábico-Cali), donde se encontraban muchas
familias nucleares aprendiendo acerca del consumo de la Cannabis, se termine
por decir que: PODEMOS FUMAR MÁS NO
TENER SEXO, PODEMOS DROGARNOS, MAS NO HABLAR DE SEXO. En este planeta, podemos
fumar y alcoholizarnos, empero nos queremos meter en el rancho del vecino para
decirle cómo tiene que vivir su vida. Nos decimos respetar las diferencias y,
sin embargo, le sacamos la madre al que es diferente porque nos abre los ojos,
porque nos amplía la mente.
Quedarse con la idea del Plantón Canábico como
espacio para fumar, debilitar neuronas y dañar pulmones ajenos es básico; ya
que uno en todo sentido, si se dice humano repatriado exiliado desgraciado
rechazado, debe aprender a ser perspicaz y así respetar la existencia del otro.
Que no es pura mierda, por eso “La ganja
es paz”, pues para que te la fumes hay toda una guerra en el campo que se
te olvida y desconoces, a eso nos mal juegan: desmemoriándonos.
Se leen los argumentos publicados en las redes sociales y se evidencia la total
contradicción de quienes se ofendieron el 08 de mayo con las presentaciones
artísticas. Los argumentos que se utilizan en contra de los artistas invitados
se caen por sí solos, buscando debatir intenciones mal sanas, de boicot en contra
del Plantón Canábico –que nosotros mismos alentamos y apoyamos económicamente- porque mostraron imágenes
pornográficas homosexuales; porque en sus canciones se denuncia públicamente el
acoso y abuso sexual en la niñez por parte de los hombres; que, además, están
mostrando el desconocimiento en el que se vive cargado de violencia machista y
heteropatriarcal. Así como todo en este país es contradictorio, nada raro que
nosotros, los colombianos, nos contradigamos todo el tiempo.
Estamos lejos de entender la profundidad del problema que también vivió, vive aún, el consumidor de Cannabis. Hoy seguimos escondiéndonos, buscamos sitios oscuros y clandestinos. Todo alrededor de la ganja está, todavía, plagado de tabúes, y medianamente nos dejan consumir la dosis personal; sigue apareciendo la Policía y el Estado poniéndonos límites, para que el consumo de Cannabis no se convierta en un problema de salud pública (y, ésta es otra historia aparte, desmemoriada).
¿Acaso se han preguntado ustedes como es que
dentro de la universidad del valle se encuentra un nicho considerable de venta
de alucinógenos químicos y naturales? Es más que evidente, incluso para los
estudiantes de universidades privadas que les gusta pasearse por Banderas en la
Univalle. La estrategia del Estado es palpable y no tiene que ver simplemente
con que paguen a los vigilantes o cieguen al Rector de la universidad para que
evite la venta de todo tipo de drogas dentro del campus. Porque el consumidor
también está cegado por el ocio y se dice entender el porqué de su consumo. Muchos estudios afirman que el problema con la marihuana es el despertar sexual que
genera. Que no es sino represión, falta de conciencia y el desorden mental que vive cada cual.
¿Cómo negar las posibilidades de conexión que genera la magia de su consumo, que incluso haciéndolo una vez al año, tendríamos para despertar profundamente el resto de los 364 días? Entiendo la dificultad de una señora que con medio siglo de vida, buscando entender por qué su hijo se le convirtió en vicioso (que es ese el apelativo estereotipado que recibimos) de un momento a otro además le toque comprender que en el mundo los hombres se aman entre ellos y que lo que ella hizo a puertas cerradas “después del matrimonio” se lo están mostrando ahora en la plaza de Jovita, mientras su hijo se traba con un bareto de 10 cm de diámetro y 100 cm de largo a punto de llorar por la felicidad.
¿Cómo negar las posibilidades de conexión que genera la magia de su consumo, que incluso haciéndolo una vez al año, tendríamos para despertar profundamente el resto de los 364 días? Entiendo la dificultad de una señora que con medio siglo de vida, buscando entender por qué su hijo se le convirtió en vicioso (que es ese el apelativo estereotipado que recibimos) de un momento a otro además le toque comprender que en el mundo los hombres se aman entre ellos y que lo que ella hizo a puertas cerradas “después del matrimonio” se lo están mostrando ahora en la plaza de Jovita, mientras su hijo se traba con un bareto de 10 cm de diámetro y 100 cm de largo a punto de llorar por la felicidad.
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Pero, normal, aquí, en Holanda, en Brazil, en Bolivia, también arman porros gigantes, y es una bendición compartirlo con tus seres más queridos. Avante fumadores!!!! |
Es difícil, porque además al hijo, que
sanamente la invitó al plantón, debe re-organizarle el esquema que a ella le
acaban de vender los “artistas transexuales” acerca de los marihuaneros: “Mi
hijo además de vicioso, puede ser maricón” WTF. No es fácil. Complicada escena,
más complicada todavía, cuando su hijo siendo padre de familia, consumidor
activo de ganja y otros ansiolíticos –que se yo, problema de cada cual-, lleva responsablemente
a su hijo a un espacio abierto, diferente a su hogar y a la banca solitaria de
la cuadra donde fuma a altas horas de la noche. Más complejo
todavía cuando Él SIENDO EL ADULTO ni siquiera entiende lo que ve. Tal vez, los niños no se sientan abrumados por
la pornografía que se encontraron en el parque de los estudiantes, pues ya en
sus casas, con el internet en sus manos, lo hayan visto unas cuantas veces a
escondidas de sus padres.
Muchos perdimos la virginidad
masturbándonos con una revista de Playboy o un cuaderno con un fisicoculturista
en calzoncillos, o Natalia París con pezón erecto bajo la playera mojada en la
portada de los cuadernos de norma. Nuestra imaginación es más grande –bendito
sea el universo- que las imágenes que nos vende la publicidad y la pornografía;
que bien sea dicho, cualquier cristiano católico apostólico ateo ha consumido en
su corta vida. Tan chévere que era guindear a otros-otras en los baños, en los
cuartos de la casa a escondidas, o ver situaciones sexuales momentáneas desde
las ventanas de nuestros apartamentos. Vivimos unos encima de otros, qué se le
va a hacer. No nos podemos esconder bajo las piedras. El que oculta el porro,
por lo pronto en el comercio es el jibaro; quizá, cuando tengamos en el 2025
la Colombia más educada, el porro lo vendan las farmacias o las misceláneas.
Revisémonos bien porque los espacios de
tolerancia no existen, los espacios de respeto menos. Y, eso en
verdad, es lo que debería tenernos en mesas de diálogo. Si no hay construcción
de respeto y convivencia, la humanidad de este “país que va en camino a la paz”, CONSEGUIRÁ SÓLO UN ESTANDARTE O EL MERO
LOGO para vanagloriarse ante el resto de los Terrestres. Cualquiera se
aburre de tanto juzgamiento innecesario, nadie deja vivir y por eso vivimos
anhelando que el ocio sea de tiempo completo. Como lo es de tiempo completo la
violencia que viven dentro los hombres y mujeres moralistas de este país.
Entiendo que las cosas se deben saber hacer. Aquí a ninguno le corresponde aprender menos que otros. De un lado y otro deberían
dejar de tensionar la soga. La violencia siempre responderá con violencia; sin embargo,
veo malamente que la violencia pareciera ser la mejor vía para quemarle las
neuronas a los cerebros básicos de este planeta. Tal vez la tortura, mejor aún,
las imágenes al vil modo de la publicidad, son las que podrán lograr algo y a
la fuerza, que es perder el tiempo y a largo plazo más dañino, para obtener
pequeñas transformaciones en sus almas. Por eso estoy aburrido de todo, de
todos, de ustedes, y de nada. Ni pa Dios. Ni pal Diablo.
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