Bastante larga, sí. Las escenas
que hacen homenaje al Western podrían ser menos y cortas; y, tener más de esas escenas
rápidas que cuentan la historia de cada personaje. Claro que sería otro
director de no ser por la largura, la intensidad y el honor que Tarantino siempre
le hace al cine clásico. A algunos cercanos les he escuchado decir que les
faltó ver sangre en cada escena, gesto tan reconocible en cada trabajo de él; sin
embargo cuando Brandy ataca a Tex y a Sadie uno siente que es oportuno, que
los golpes con los que se defiende Cliff son suficientes y que el lanzallamas
que enciende Rick para acabar con la hippie zombi, refrescante.
Si bien es cierto que Tarantino
siempre escoge un bando al que favorece, en Erase una vez... el bando es comedia,
pues irse lanza en ristre contra los Hippies, de esa y todas las épocas, era
necesario para fortalecer el argumento de que las ideologías son
contradictorias, creer todo lo que dice la TV insano y que seguir a un psicópata
por mero resentimiento imprudente. Por eso la importancia del simbolismo de
una invasión hippie llena de mujeres que gobiernan y aprovechan el falo de
un par de hombres jóvenes y el de uno venido a menos por la vejez y la
ceguera.
Aunque su bando prevalente haya sido el de los artistas Hollywoodenses, también en ellos está la
muestra simbólica del exceso de fama, de vanidad y de excentricidad. Sin
embargo, de estos, la tranquilidad de la dedicación, la búsqueda incansable de
los sueños y el éxito como resultado de un trabajo bien realizado.
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